MALVINAS, UNA ASIGNATURA PENDIENTE


Por Claudia Ardini*

Claurdia Ardini, directora de Ciencias de la Informacion

Malvinas: heroísmo y vergüenza, dos caras de una asignatura pendiente

Vergüenza y heroismo son términos que designan estados claramente diferenciados. En tanto en la vergüenza se intenta ocultar y minimizar un hecho, en lo heroico los hechos magnifican losprocederes. Quizá la mayor contradicción que se nos ha planteado a los argentinos en la gesta de Malvinas, es que debimos debatirnos entre ambos estados frente un mismo acontecimiento histórico cuyas consecuencias han atravesado a las generaciones siguientes de diferentes maneras.

La memoria es siempre generacional y cuando los hombres y los pueblos la trasmiten a la siguiente generación, ésta fragmenta necesariamente parte de esa memoria, pues debe siempre agregar parte de sus propias vivencias en desarrollo. Por eso la necesidad de reconstruir la historia, que no sólo sostiene por sí misma los hechos que no se pueden trasmitir, sino que aborda desde la totalidad de los mismos, la parcialidad que el recorrido individual no puede abarcar.

Sabido es que los pueblos que no tuvieron historia, debieron inventarla, porque la naturaleza aglutinante del pasado común y la exaltación de los hechos virtuosos promueve en el trasfondo de los mismos, una idea de unidad y continuidad que excede el tiempo en que vive. Transforma, además, el acontecer cotidiano en búsqueda de una trascendencia que compromete a la actual generación, en la necesidad de dar continuidad a esa historia y promueve la idea de completar,
agregar, cambiar, modificar, es decir, de “no ser menos” que aquello que aconteció. Pero si esa historia fue vergonzosa, a la vez que heroica, ¿que parte de la misma o toda puede asimilarse, puede apropiarse para aquella continuidad esperada?

Las generaciones que nos antecedieron, vieron en Malvinas, no sólo una parte de la épica desbordante de la iconografía histórica, sino quizas, la mejor explicación, en los tiempos que fue posible, del proceder de las potencias coloniales, que no escatimaron injusticias, atrocinios y acciones bárbaras contra los pueblos mas débiles, para llevar adelante su expansión imperialista.
Por eso el slogan “las Malvinas son argentinas” en el que se criaron generaciones de argentinos, daba no sólo la idea de aquél proceder de los imperialismos, sino que justificaba la apelación permanente ante los foros mundiales a remediar aquella injusticia, valiéndonos de los hechos históricos inapelables, que nos eran y nos son reiteradamente favorables.

Las Invasiones Inglesas y las luchas por la emancipación, dejaron así en la memoria histórica de este pueblo, un sino de grandeza al que siempre se apeló, a veces es sabido, de manera exagerada, como toda historia recontada en términos de axaltación de los valores propios, pero de la que ninguno de nosostros jamas dudó. Las razones expuestas por Argentina fueron siempre respaldadas por la comunidad internacional, incluso a veces hasta por enemigos, que veían en ella un ejemplo de la prolongación de los peores momentos del colonialismo y la exacción de los pueblos.

Sigue siendo muy difícil para los argentinos, asimilar que la Dictadura, como representante de la mayor conjura de las oligarquías nacionales con los imperialismos para la instalación de un proyecto económico-político que rompió la trabajosa continuidad de la historia nacional y desvió el eje emancipatorio hacia la concreción del proyecto mundialista en ciernes, con esos mismos actores impulsó la ruptura del proceder pacífico de las reclamaciones de soberanía y nos embarcó en una guerra, que aún continúa, pero cuya primer gran batalla no solo perdimos, sino que se nos sigue planteando como uno de los mayores escollos a resolver.

Si la vergüenza tapa al heroísmo, nos transformará en un pueblo injusto, incapaz de comprender la heroicidad y el sacrificio de nuestros hermanos lanzados a esa aventura. Pero si el heroísmo de los combatientes y el apoyo de todo el pueblo que los acompañó irremediablemente, es visto como un acto de estupidez, repetiremos la inculcada creencia de culpar a los pueblos por el engaño al que son sometidos, en lugar de comprender que han sido víctimas de ese engaño.

Somos una de las naciones más invadidas de la tierra en superficie y en su proyección geopolítica, estratégica y económica. Esto, sabemos pone en peligro la soberanía de los espacios ilícitamente ocupados y no nos exime de aventuras futuras sin límites como hemos visto en los útimos años, llevadas a cabo coordinadamente por las potencias mundiales, en desmedro de todas las formas del derecho. Evidencia también el desprecio por los efectos que produce este dominio en términos de preservación de la naturaleza, con la depredación incontrolable de la riqueza ictícola y la
justificación que se pretende para defender ese hecho, de la militarización y nuclearización del atlántico sur.

Pero es adentro nuestro donde primero deberíamos, como pueblo, resolver el problema, porque no podemos avergonzarnos o exaltar el heroísmo sin discrimar la naturaleza distinta de ambos sentimientos y la necesidad de comprender que no se trata de un hecho del pasado.Tiene la vigencia que nos ha legado la instauracion de un sistema del que aún logramos emerger.

Por eso Malvinas sigue siendo una asignatura pendiente, una herida abierta en la historia de Argentina, de Latinoamérica y de su pueblo. Volver a pensar, a reflexionar, a debatir en torno a esa asignatura, será quizás, un modo de comenzar a recorrer otro camino emancipatorio.
*Doctora en Semiótica. Directora de Ciencias de la Información de la UNC.